Cuentos para Mi

La realidad se mezcla con la imaginación, el sentir se confunde con los recuerdos, y estos son los relatos que avivan mis noches y mis sueños , Hoy los comparto contigo.....

Mi foto
Nombre: Sol Diez
Ubicación: Arica, Tarapaca, Chile

Desde los doce años que escribo, esta es la primera vez que publico y espero saber sus comentarios,las actualizaciones son semanales.

26 noviembre, 2005

Reencuentro III: La despedida


Eran las últimas horas, el valle nos brindaba una calida noche, a pesar de estar en septiembre, y nos regaló una inmensa luna cómplice de este reencuentro, sabíamos que era una oportunidad que nos daba la vida para terminar lo inconcluso, cada uno tenía su vida hecha y sus amores o desamores, que era imposible fundar una relación haciendo daño a otros, y nos propusimos no hablarlo más, esa noche era sólo nuestra, comenzamos por regalarnos las estrellas que alcanzábamos con las manos, y las guardábamos, tú en mi rostro, yo en tu pecho. Saboreamos el dulce sabor de un Moscatel de Alejandría, que nos recordaría este momento, mientras nos embriagábamos con los placeres aprendidos en lo largo de la vida, ya no había timidez, sólo fuego, recorriste mi piel desnuda y estaba ante ti la imagen de la chica de 16, como la primera vez, y ante mí tus 17, pero sin el rollo de pertenecernos, asumimos ser amantes en estas pocas horas que nos restaban.

Desnudos, alumbrados sólo por la luz que nos brinda la luna, fuimos conociendo, recordando y memorizando los puntos donde ardíamos, los besos nos quemaban y dejaban huella, tu aliento tibio haciendo un itinerario por mi piel, erizaban mis poros, me humedecían, mis manos a tientas acariciaban tu pecho protector, mis labios buscaban los tuyos para eternizarlos en el tiempo, mi boca baja hasta llegar a tu erecto miembro, mientras lo engullo, lo limito en mi boca ávida de tu elixir de vida y mi lengua busca los lugares que te hacen saltar, nuestros gemidos llenan el espacio y se mezcla con los sonidos de la noche solitaria, y me tomas para penetrarme, abriendo mi cuerpo al goce de ser nuevamente tuya, y al compás jadeante de las respiraciones éramos uno solo. También te tomé y sobre ti, arranque más de un grito, acallado por los besos que frenaban la locura del momento, me montaste tomando con fuerza mis caderas que perdían el ritmo, de vez en cuando acariciabas mis ancas de potra desbocada por el placer infinito de cada punzada, ardíamos en el fuego que nos consumía , se vino todo, desde los rincones del cuarto que observaba a estos amantes del pasado, del reencuentro, se fue concentrando todas las sensaciones, todos los recuerdos, todos los estertores en la agonía del orgasmo que nos llevó a tocar esa luna cómplice que ya nos dejaba para dar paso al día de nuestra despedida.

Cansados, uno al lado del otro, abrazado y en silencio nos dejamos vencer por el sueño. El repicar de unas campanas a lo lejos nos sorprendió y recordaba que era hora de partir, tómanos nuestras cosas, me prometí no llorar, no recriminarme, bajamos el valle haciendo comentarios del paisaje y lo que cada uno debía hacer cuando volviera a sus respectivos espacios, llegamos al aeropuerto, nos quedaba tiempo para tomarnos un café antes de partir, no hubo un te amo porque no eran necesarios, tampoco promesas, el tiempo se encargó de unirnos , el mismo lo hará de nuevo, aun si no lo hiciera, cada uno guardaba una esperanza, satisfechos de cerrar aquella puerta que desangró tanto tiempo nuestros corazones, tan sólo nos mirábamos para guardar ese momento, por el altoparlantes anuncian mi vuelo, un último beso quedó en mis labios y sus ojos me miraban sonriendo y seguían allí para mí.

22 noviembre, 2005

Reencuentro II: El porque


Amanecí abrazada, a mi primer amor, extraño me pareció, cuando éramos adolescentes, no se nos hubiera ocurrido, me mirabas desde largo rato, nunca me dijiste por qué te alejaste de mí sin decir nada. Recuerdo la última vez, fue al regresar de tu segundo año en la U, yo esperaba los resultados de la prueba de aptitud académica, había sido un año tan difícil, tanto para ti como para mí, la distancia y el tiempo nos habían cambiado, incluso recuerdo que sólo te vi tres días después de tu llegada, fuiste a mi casa en la tarde de aquel 5 de enero, un largo beso selló el momento, sabíamos ambos que ya no era lo mismo, tú habías comenzado una nueva relación que dejaste sin resolver y yo también había conocido a otro hombre, pero aún así insististe en dejar todo atrás y volver a empezar, los primeros días de aquel comienzo fue como renacer a las caricias y besos, salimos un par de veces con los amigos, algunos pronto a casarse, como Manuel y Ana, que fallaron con el calendario, pero se amaban y decidieron tener una vida juntos.
Ambos intuíamos que conocimos otros cuerpos y sentimos otras sensaciones, pero no lo decíamos, de vez en cuando el silencio nos invadía y preferíamos dejar que se quedará, pero llegó el momento, tu familia había viajado al sur y tú te ibas a unir a ellos luego, me invitaste al departamento, lo habíamos evitado varias veces, estamos solos, sin amigos , sin familia, los dos, deseando el momento de amarnos, la noche estaba cálida con las luces apagadas, tan sólo un pequeña lámpara que tornaba tenue el ambiente, escuchamos música, los besos se volvieron cada vez más encendidos, nuestros pieles se erizaban al tacto de nuestros dedos que recorrían aquellos lugares donde sabíamos que explotábamos de placer, ya no éramos los niños que jugábamos a ser adultos, cada uno llevaba lo aprendido en la piel con otras parejas, fuimos desde el living al dormitorio, convencidos de que todo sanaría, desvestiste mi cuerpo poco a poco, besando mis pechos que afloraron desnudos debajo de mi blusa, mis pezones erectos invitaban a ser lamidos, uno a uno solté los botones de tu camisa, dejando que mis manos acariciaran tu pecho amplio que me daba seguridad, te sorprendiste que haya dejado la timidez que recordabas y fuera más atrevida, bajé el cierre de tu jeans y apresé tu sexo tieso y mojado, lo torturé con mis dedos, en represalia soltaste mi falda, y por debajo de mi bikini negro rozabas mi clítoris, humedeciéndome. Desnudos en tu cama, tomé tu miembro y lo recorrí con mi lengua, viéndote como te retorcidas por el placer que tu causaba, nuestras respiraciones se agitaron cada vez más y ese bendito olor a celo invadía tu cuarto, te pedí, te rogué que me hicieras tuya en ese momento, despacio hundiste tu falo, que fue recibido por mis pliegues húmedos que te devoraban, el ritmo de las estocadas se hizo rápido y violento, nuestras lenguas se entrelazaban en un baile de cópula en nuestras bocas, te repetía en cada gemido que te amaba, y entonces me apartaste de ti fuertemente, saliste de tu dormitorio sin decirme nada, te refugiaste en el baño, y yo sin saber que había pasado, esperé unos minutos y el silencio más amargo enfrió mi alma, te llamé dos veces y no respondiste, me vestí rápidamente y salí huyendo de ti también, las lágrimas se apoderaron de mi rostro, caminé no sé cuanto tiempo, llegué hasta la playa para poder calmar esa tristeza que se apoderó de mí, había sido yo, sentías el engaño con otro hombre, pensé que te daba asco estar conmigo, por supuesto sentía que yo era culpable, típico de cuando no entendemos el compartamiento de otro, y es más facil buscar la culpa en una misma. Y lloré hasta que la última lágrima se fue en la ola de un adiós inesperado, nunca más me atreví a llamarte o estar a solas contigo, así fue el último verano nuestro. Ahora me miras, y me atreví a preguntar por qué te alejaste, te quedaste mirándome un largo rato, mientras mis ojos brillan al recordar esa noche de nuestras vidas. Sé que te turbó mi pregunta, pero comenzaste a recordar esa noche.
Ansiaba tenerte - comenzaste a decirme- yo no podía reprocharte nada- seguiste- tú y yo habíamos comenzado a seguir caminos diferentes, yo te amaba, pero la distancia apagaba ese fuego que encendía los días que compartíamos, esa noche sentí vergüenza- porque te pregunté- porque no pude hacerte feliz-¿cómo?-volví a interrogar- Te necesitaba tanto, quería que fuera como antes, pero estaba tan excitado, y por favor no te rías- con tono serio, me lo dijiste- que sentí que no podía fallar, y fallé- te dije que fueras más claro- y nuevamente te pusiste serio-bueno acabé antes, esto me dio una vergüenza que aún me apena, nunca pude acercarme a ti, sin sentirme mal-.
Lo besé, y le dije gracias, ahí le conté lo mal que me había sentido y el dolor que arrastre tanto tiempo pensando que no me amaba, después de unos minutos de reírnos de lo niños que éramos, volvimos a hacer el amor, Bajamos en la tarde a Pisco Elquí, aproveché para llamar y decir que al día siguiente llegaba a casa. Sólo nos quedaba una última noche.

18 noviembre, 2005

Reencuentro I: Casualidad


Después de mucho tiempo, quizás más de veinte años, sin saber nada de ti ni tú de mí, al tener nuestras vidas ya hechas o deshechas, no sé, por azar del destino, nuestras vidas se volvieron a cruzar, fue a fines de septiembre al ir a un congreso sobre Medio Ambiente, en la ciudad de La Serena, al salir del hotel donde me hospedaba, nuestras miradas se cruzaron, yo no lo podía creer mi primer amor frente a mí, es cierto que los años nos cambian, pero las miradas siguen ahí, quizás más cansadas, pero siguen siendo las mismas, me turbó la situación y no atiné a decir nada, hasta que te acercaste, y con la voz ronca y a su vez dulce dijiste- Flaca-.
Yo no reaccionaba y volviste a insistir Patty, a mí volvieron los recuerdos de este amor que nunca tuvo un fin y que dimos por perdido sin luchar, yo entraba a la U a fin de ese verano y tú te ibas de nuevo a Antofagasta a seguir tus estudios de constructor.
Alejandro-reaccioné- ¿eres tú?-y seguí- ¡Tanto tiempo!. Me diste un abrazo y nuestros labios en el nerviosismo de la situación, se rozaron levemente, y un intenso calor recorrió mi cuerpo, rápidamente me alejé de ti y seguí preguntando por qué estabas en la ciudad, lo último que había sabido de él es que después de salir de la universidad, se había trasladado a Santiago y que tenía una empresa. Me contestaste que por estos días estabas supervisando una obra a cargo de su empresa y agregaste que te quedarías unos días más, lo mismo me preguntaste y yo respondí que estaba asistiendo a un seminario como invitada a exponer un trabajo que había realizado con mis alumnos y que duraba hasta el día viernes y recién retornaría a Arica el día Domingo. Nos intercambiamos los números telefónicos para ponernos de acuerdo para ir a tomar unos cafés antes de que me fuera y conversar sobre nuestras vidas. Nos despedimos, quedé con esa grata sensación del reencuentro, pero a la vez nerviosa por dejar salir esa sensación que había dejado en el pasado después de ese fin sin fin de lo nuestro.
Me llamó el jueves por la noche para juntarnos a almorzar al día siguiente, me sorprendió, pues había creído que sólo había sido mi imaginación o el momento de ser educados y ya. Quedó de pasarme a buscar a la universidad donde se efectuaba el seminario. A la una de la tarde en punto estaba en la colina, se notaba algo nervioso pero sin dejar de sonreír, me dio un beso en la mejilla y abrió la puerta de la camioneta, partimos rumbo hacia la Avenida del Mar, tenía toda la tarde, pues el seminario terminó esa mañana, me preguntaste de cuanto tiempo disponía y respondí hasta el domingo, sin tomar en cuenta la puerta que estaba abriendo, me miraste y dijiste entonces tenemos hasta el domingo, me sonrojé al ver en tus ojos esa mirada cómplice de nuestra juventud, en el largo almuerzo cada uno contó en síntesis sus vidas desde el último verano que nos vimos, eso sí, no nos atrevimos a preguntarnos por qué nos alejamos, guardando cada uno sus dolores adormecidos por el tiempo. Caminamos por la playa recordando a los viejos amigos, pero bastó el roce de nuestras manos, y apareció el silencio incómodo del momento, y entonces me propusiste pasar el tiempo que nos restaba juntos, lejos de la ciudad y de lo que hasta ese momento eran nuestras vidas, para cerrar o abrir el destino.
Me dejaste en el hotel sin dar respuesta a tu proposición, tan solo me dijiste a las siete pasó por ti. Empaqué mis cosas sin pensarlo y me fumé un cigarrillo mientras anunciaba a la recepción del hotel que ese día o noche dejaba el hotel, sin falta a la hora señalada estabas en el lobby esperándome, tomaste mi maleta y subimos a la camioneta rumbo al Valle de Elqui.
Mientras subíamos, me reencontré con los colores del valle cuando el sol se va ocultando, y deja ese cielo oscuro para alcanzar cada estrella. Llegamos a una cabaña cerca de Alcoguas, ya de noche, en el camino compramos algunos comestibles para este fin de semana, nos acomodamos y realizamos las rutinas que cada uno estaba acostumbrado hacer.
Mas tarde, nos sentamos fuera de la cabaña, disfrutando del paisaje que nos brindaba la noche, poco a poco, ya no hubieron palabras, tomaste mis manos y acercaste tu cara, y en el silencio cómplice dejamos salir los besos y caricias guardadas para este instante, no había prisa, y el juego de las caricias fue desnudándonos, no tan sólo de las vestimentas sino de alma, es cierto, mi piel no era tan tersa y tus músculos tan firmes, ante ti estaba la mujer que soy y ante mí, el hombre en que te convertiste, llegamos al lecho que compartiríamos, besé tu pecho, despeiné tus rulos, cerré tus ojos con mis labios. Con tus dedos recorriste mi rostro, y terminaste de sacar mi sostén, tus manos mimaron mis pechos y tu boca mordisqueó mis pezones empalados, soltando cada vez gemidos inaudibles que fueron llenando ese cuarto, no fueron necesarias las palabras, las miradas dirigían nuestras acciones, recorriste mi espalda, aún sabías donde me quebraba del placer más inmenso, besaste mi vientre y subiste a más no poder mi temperatura, nada nos apuraba, tuviste la paciencia de la primera vez, con suavidad indagaste mi sexo húmedo, tus dedos tomaron preso mi clítoris estallando en mi sensaciones casi perdidas por la rutina. Entonces me apropié de tu cuerpo, mis manos palparon tu miembro tieso, sentí su latir y se vino la urgencia de tener que ser uno solo, me abalance sobre ti, y delicadamente fui hundiendo tu falo, abriendo mis carnes trémulas para ser uno solo, cabalgué en tus caderas y tus quejas de placer aceleraban el ritmo de la montura, mientras engullías mis pezones. Exigiste darme goce, y tomaste mis ancas penetrándome con todas tus fuerzas, murmurando en mis oídos, dejando tus resoplidos en mi nuca, tirándome a ratos mi pelo con extrema calentura, mis gemidos se hicieron más patentes, se convirtieron en proclama del tiempo perdido, se revolvieron las sensaciones, la calentura, los goces, la pasión y llegó lentamente desde la punta de mis pies, desde mi nunca tensa, y todo venía hacia el centro del placer , te envolvía mi sexo y palpitaba, hasta llegar a la última fibra, de la misma manera te sentí soltar en mi tus furias, tus dolores, los recuerdos y por qué no, tu amor, agitados por el momento, uno al lado del otro, abrazados reencontramos sensaciones, era tiempo de cerrar puertas y por primera vez vimos llegar el amanecer.

11 noviembre, 2005

El viaje

Las cosas de la vida, la semana pasada tuve que viajar a la ciudad de Iquique por mi trabajo, al regresar el día viernes en bus, son cuatro horas; comprenderán que sólo tenía ganas de dormir, mi compañera de asiento al subir en el bus me dijo lo mismo, pero no fue así , me conversó todo el viaje. El bus venía repleto, de todos los pasajeros, que con lo cansada que estaba no tenían rostros para mí y yo creo que para ellos, yo tampoco, me llamó la atención una pareja de jóvenes, ella muy delgada de aspecto gringo y él como sacado de los team de playas , no fue su aspecto lo que más me fijé, sino su actuar, era como si nada existiera a su lado, se sentaron casi en los últimos asientos, en la fila de frente, donde yo y mi compañera de viajes estábamos. Durante la primera hora, el bus tenía sus luces interiores prendidas, pero cuando ya tomó el camino del desierto se apagaron las luces interiores, sin darme cuenta y entre el murmullo que producía mi colega con su parloteo, que de vez en cuando la interrumpía con un sí o un claro, el ambiente se llenó de ese claroscuro de los viajes de la pampa: Vi esos dos cuerpo apoderarse de ese pequeño rincón que les pertenecía desde que la luz se fue, los besos eran cada vez más apasionados, los demás pasajeros estaban ya en el primer sueño, sus brazos se entrelazaban buscando sus pieles, el calor se apoderó de ellos y también de mí, que los observaba desde mi asiento, en un brusco accionar de ellos y gracias a un destello de luz distinguí a ella estando de rodillas, hundir su boca en el sexo de él, mientras él estiraba su cuerpo en el asiento, haciendo lo imposible por que no se arrancase algún gemido que pudiera despertar a los otros viajeros. Entonces retomé la conversación con mi compañera, la cual no se daba por enterada de la situación, al rato sentí sus respiraciones apoderarse de mis oídos que cada vez se agudizaban más, ahora era él quien buscaba darle placer, su piel blanca se notaba desde mi lugar y las manos de él acariciaban sus pechos y su boca se encargaba de sus pezones, sus ojos brillaban del placer que los consumía. A ratos tomaban la postura de viajeros, cuando alguien iba al baño, pero su calentura era más, las horas de viaje se acortaron y ya entramos en la última cuesta, faltaba media hora para llegar a la ciudad, los pasajeros comenzaron a despertar, ellos se dieron el último beso dejando un gracias en el aire. Cuando llegamos al terminal de buses , había gente esperando a que llegáramos, tomamos nuestros bolsos, y me fijé que la pareja bajó cada uno por su lado a ella la esperaba un hombre adulto su esposo, a él una mujer joven su novia. Al buscar mi maleta noté que sus miradas eran la de los amantes al despedirse, sin palabras pero con tanta intensidad que yo lo sentía como ellos.


06 noviembre, 2005

Vamos a la guerra?



Estos hombres, solo piensan en guerra, las noticias alarman, y yo aquí en mi Arica, pero pensándolo bien , te permito la guerra, sólo conmigo, esa que cada noche espero con la sangre candente, la de de mi cuerpo contra tu cuerpo para dar la batalla hasta que quedemos exhaustos uno al lado de otro, mis armas son mi boca que busca la tuya y en una lucha mojada y profunda, nuestras lenguas liberan los primeros quejidos, son mis manos que recorren tu piel y te despojan de tus vestiduras, es mi piel que busca tu desnudes para sentir como late las ganas de allanar mi sexo y decir este territorio es mió, , son mis ojos que te ruegan ternura y luego lujuria.

Como buen estratega dejas que avance, sin entrar en diplomacia, muevo parte de mis tropas y me haces sentir que voy ganando, te entregas a mi lengua inquisidora que registra cada pliegue como radar detecta los espasmos de placer que te provoco, ataco con mi boca tu miembro enhiesto que enarbolas como tu estandarte de esta contienda, y lo apreso y lo torturo, hasta que escapan algunas gotas de vida que saboreo como trofeo, pensando ya tenerte cautivo y derrotado, me invades cual caballo de Troya, me invades sigilosamente, asedias mis pechos y arremetes con mis pezones, los muerdes suavecito y la primera coraza cae, caigo bajo tu embrujo y quedo hecha un nudo sobre mis sabanas, repliego mis últimas fuerzas, pero tomas mi bastión con fuerza, penetras hacia mi interior , y me resisto, tus manos contra mis manos, tu piel contra mi piel, tu sexo contra mi sexo, todo es un caos en esta cama, hay dolores y placeres, hay alegrías y penas , nuestras respiraciones son ordenes ,nuestros gritos son himnos de este combate, me penetras y con ello me invades y derramas tu descendencia en este campo de batalla y flores , y quedamos uno al lado del otro en complicidad, y en esta guerra ni tu ni yo perdimos, y no reclamados territorios ni mares, solo caricias y un te amo, antes que el sol nos devuelva a lo cotidiano….